Discutir el éxito de Mourinho sería algo necio. Poner en tela de juicio su capacidad, sería poco menos que irrespetuoso. Los números de Mourinho hablan por sí solos, pero igualmente vale la pena ponerlos otra vez en escena. Ha conseguido 16 títulos nacionales en sus pasos por Porto, Chelsea, Inter y Real Madrid. También ganó tres títulos internacionales (1 vieja Copa UEFA y 2 Champions League) y como galardón individual, ha sido elegido más de 10 veces como el mejor técnico del año, además de ser FIFA balón de oro al mejor DT de la temporada 2010.
A partir de ahí, podremos discutir su estilo, maneras, formas de conducir y por sobre todas las cosas, su comportamiento dentro y fuera del terreno de juego.
Después de aquel "milagroso" título de Champions League, que conquistó con un equipo de tercer nivel en Europa, como lo fue el Porto del año 2004, pasando por sus innumerables logros con el Chelsea en el ámbito local, con posterior desembarco en Italia para seguir con la hegemonía del Inter en territorio propio y llevarlo a levantar otra vez, después de varias décadas la orejona (con el agregado de haber eliminado al Barcelona en semis y no permitirle llegar al Santiago Bernabéu a jugar la final) todo indicaba que el nuevo destino, sería el Real Madrid, y así fue.
Florentino Pérez, comenzó allá por abril de 2010 a idear su nuevo "proyecto" con el portugués a la cabeza. Pellegrini no le encontraba la vuelta al equipo y el conjunto de la Casa Blanca se quedaba otra vez sin Liga, sin Champions y sin Copa del Rey (incluyendo aquel inolvidable "Alcorconazo").
El 28 de mayo de 2010 se hizo oficial el fichaje de José Mourinho por cuatro temporadas, el monto de la operación varía según las fuentes, unas dicen que fueron 8 millones de euros y 16 millones según otras. La presentación se realizó el 31 de mayo.
El Madrid, mantenía una base importante de jugadores. Casillas venía de ser campeón del mundo con España junto a Ramos, Xabi Alonso, Arbeloa y Albiol. También continuaban Cristiano, Higuaín, Kaká, Benzemá y "el gran Pepe". Pero como si esto fuese poco, El Míster entre otras cosas pediría (deseo concedido) a: Carvalho (viejo conocido de él), Di María (figura del Benfica), Özil (revelación alemana en el mundial), Khedira (estandarte teutón en Sudáfrica) y a mitad de temporada llegaría el togolés Adebayor (fino y algo "frío" delantero del City).
Con este inmediato pasado, sediento de títulos y con este presente urgido de gloria, el Real Madrid comenzaba una temporada llena de esperanza y de sueños basados en su inmensa historia, en un plantel rico en calidad y cantidad y fundamentalmente, en un DT conocedor como pocos de lo que significa, el éxito.
Desde adentro de la Casa Blanca, donde todo era ilusión y alegría, había una pregunta dando vueltas: ¿Será capaz Mourinho de acabar con la hegemonía del Barsa?
Imagino, que desde aquel momento en el que pensaron en Mou, no cabía otra respuesta que un rotundo SÍ. Gran error. Lo peor que le pude ocurrir a una persona en cualquier orden de la vida o a un club en este caso, es creer que lo que uno pueda construir, es a partir de lo que hace el otro, mirarse en un espejo que no refleja la realidad.
La política del Real Madrid, no tiene nada que ver hoy con la del Barcelona. Nadie puede convertirse de la noche a la mañana en el mejor equipo de la historia. Lleva tiempo, trabajo, dedicación, paciencia y fundamentalmente, tener claro cual es el proyecto y el objetivo.
La temporada, no arrancó como todos esperaban, un 0-0 en La Liga ante el Mallorca y tres jornadas después otro empate 0-0, esta vez ante el Levante. En aquella oportunidad se le preguntó a Mourinho por esta situación a lo que respondió: "Algún día un pobre rival pagará por las ocasiones que fallamos. El resultado será una goleada". Dicho y hecho. El siguiente partido sería goleada 6-1 ante el Deportivo de La Coruña, luego un 4-1 ante el Málaga y otro 6-1 contra Racing de Santander. Todo era felicidad y muchos ya daban como "campeón" al Madrid.
Más allá de estas contundentes goleadas, y por momentos pasajes de buen fútbol, Mourinho todavía no le encontraba la vuelta a su equipo. Sufría altibajos y caía siempre en la absurda comparación con su "enemigo": el equipo de Guardiola.
El Real Madrid marchaba a paso firme en La Liga, crecía en la Champions League, avanzaba en la Copa del Rey y llevaba 19 partidos invictos en la temporada. Pero llegó aquel 29 de Noviembre, inolvidable para todos y fatídico para algunos, donde el Barcelona llegó (como alguna vez alguien dijo) "al infinito y más allá", dándole un baile gigante como su propia historia (5-0), rozando la perfección y provocando un antes y un después en el Real Madrid y sobre todo en la carrera como DT de Mourinho.
Ya todo lo que brillaba no era oro, Mourinho ya no era "tan bueno", Valdano se enfrentaba con el portugués, las dudas aumentaban y la Liga parecía sentenciada con tanto por jugar todavía.
En medio de todo esto, el Madrid superaría después de 7 años de sufrimiento, los octavos de final del torneo continental. Tenía en su poder el boleto a Valencia para jugar la final de la Copa del Rey, ni más ni menos que frente al Barcelona y luego de más de nueve años, Mourinho volvía a perder un partido en condición de local, frente al Sporting de Gijón por 0-1, mostrando que también era humano.
El destino, pondría al Barcelona cuatro veces más en el camino de Mourinho. El primero sería el partido de Liga, donde terminaría 1-1 y dejaría al Real Madrid (solo con chances matemáticas, no reales de ser campeón). Cuatro días mas tarde, llegaría la final de la Copa del Rey, trofeo que iría a parar a las vitrinas del equipo de la capital española, tras imponerse 1-0 con gol de CR7 cortando una racha negativa de 18 años sin alzar este trofeo.
Y como si esto fuese poco, llegarían 180 minutos vibrantes para saber quien de los dos, jugaría la final de la Champions en el mítico estadio de Wembley.
Muchos destacaron aquella vez (me incluyo), la estrategia utilizada por Mourinho en la semifinal que el Inter le ganó la Barcelona. Muchos la discutieron, aduciendo que defendió todo el partido de vuelta, casi sin patear al arco. Pero nobleza obliga y hay que recordar, que en el partido de ida jugado en Italia, el Inter había ganado 3-1, haciendo un partido impecable.
Ahora bien, nada tuvo que ver aquella estrategia utilizada, con el papelón que hizo el Real Madrid en el Santiago Bernabéu. No supo defender, no quiso atacar, no supo contrarrestar la tenencia de balón del Barcelona, dejó en el banco a Kaká, Benzemá, Higuaín y Adebayor y terminó perdiendo 0-2. Volvió a ponerse el traje de víctima y cayó una vez más en el llanto interminable, en ese "pobre" personaje de los últimos tiempos que se "devoró" a la persona.
Jamás encontró un error propio, nunca mostró autocrítica, la culpa siempre fue de terceros, era el hombre más "perseguido" en el mundo, había un complot contra él y mostró lo peor que puede dejar evidenciado cualquier ser humano: la miseria.
Con la revancha todavía por jugarse y con una misión difícil, pero no imposible...dejaba declaraciones poco felices: "Sí, ya estamos eliminados (…) Algunas veces me da un poco de asco vivir en este mundo". Pero habría más apuntados y más lágrimas derramadas: "Hoy ha quedado demostrado que ante el Barcelona no tienes ninguna posibilidad. Porque la UEFA no deja a ninguno de los otros equipos jugar contra ellos. No entiendo el porqué. No sé si es la publicidad a UNICEF, no sé si es porque son muy simpáticos...". Y para culminar, añadió: "Guardiola es un fantástico entrenador, pero ganó una Champions que a mí me daría vergüenza tener".
No tengo dudas, ya lo expresé en alguna oportunidad, que nada de lo que dice o hace Mourinho es porque sí, todo tiene un propósito, un objetivo. Una vez más, logró desviar la atención para otro lado, esconder las miserias futbolísticas que mostró su equipo, los planteos equivocados o sus falencias (que tiene, más allá de todo lo ganado) y que no se hable de que un equipo como el Real Madrid con todas las figuras que tiene, haya ido derrotado al Camp Nou antes de jugar.
El magnetismo que tiene para sus "súbditos" (llámense jugadores, cuerpo técnico, dirigentes, prensa e hinchas) es asombroso. Parecen adoctrinados, salidos de una secta. Siempre es más fácil echar culpas a otros, que buscar errores propios. Seguramente podremos coincidir o no, sobre expulsiones, jugadas anuladas, goles invalidados y demás, pero quedarse en eso, es chato, es mediocre...es querer tapar el sol con una mano.
En el anecdotario y en la estadística quedará que la revancha de Champions fue empate 1-1. Que a mi criterio, el Madrid ganó el título en disputa menos importante de los tres. Entiendo que viene Champions, Liga y Copa del Rey en ese orden, pero también, que hoy por hoy, es el único con un trofeo seguro en sus manos.
Mourinho dejó plasmado una vez más, que él está por encima de todo y de todos. Primero viene él y después él. Es cierto que dejó títulos por donde pasó (como si esto fuese poco), pero no mucho más que eso. No hay proyectos a largo plazo, no ha sembrado nada, los "canteranos" casi no juegan en sus equipos, la filosofía parece ser: el éxito es hoy, y ya.
Tal vez haya encontrado a su "alma gemela" en este Madrid y su política parecida en estos tiempos. Imagino por estas horas a una Casa Blanca que "no está en orden", convulsionada, llena de dudas y con un daño grande. Mourinho, con sus formas y dichos ha puesto en peligro los valores del club.
Creo que en su cabeza, un año atrás imaginó otra película, la del "superhéroe" que terminaría con la "Hegemonía Barcelona", convirtiendo al Real Madrid en el centro del universo.
No supo construir a partir de su capacidad, de su experiencia. Se sintió inferior, algo que desconocía y no supo asimilar. No pudo con él mismo por primera vez... y la realidad, una vez más, superó a la ficción.